Aunque
sea en nuestro propio beneficio, hacer algunas cosas da muchísima pereza.
Posponemos el momento indefinidamente, si es que finalmente nos decidimos a dar
el paso.
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Desmaquillarse.
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Ir al dentista.
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Echar gasolina.
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Cambiar el armario de verano por el de invierno (y viceversa).
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Una gestión en el banco.
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Teñirse las canas.
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La revisión ginecológica.
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Llamar al fontanero.
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Reponer el papel higiénico y la pasta de dientes.
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Hacerse fotos de carnet.
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Desatascar el fregadero.
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Recoger la ropa del tendedero cuando llueve.
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Ordenar la montonera de papeles, tickets, cartas, monedas de 5 céntimos, bolígrafos,
propaganda...
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¿Qué pongo hoy de cena?
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Quitarse el esmalte desconchado de las uñas.
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Cambiar una bombilla, que siempre habrá que comprar primero.
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Regar la única planta que no se ha mustiado todavía.
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Hacer limpieza de juguetes.
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Depilarse.
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Limpiar la nevera.
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Imprimir esa foto para la que compramos un marco hace dos años.
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Coser un agujero en los calcetines.
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Poner el lavaplatos.
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Pasarse por el zapatero.
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Pelar una naranja.
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Sacar la decoración navideña.
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Recoger la decoración navideña.
Algunas
podrán encabezar la lista de tareas pendientes durante meses; otras, las que son
una cuestión vital, terminarán por hacerse a regañadientes.
Pero
todas y cada una de ellas suponen un pequeño suplicio diario...
Hacer el pedido semanal del catering de la oficina.
ResponderEliminar¡Eso tiene un pinta horrible, Ani! Menos mal que de ésa me libro.
EliminarBajar la basura (cuestión vital 100%) y poner una bolsa nueva...
ResponderEliminar¡¿Cómo he podido olvidar semejante castigo?!
EliminarEsther, estamos contigo, apoyándote con cada bolsa de basura.
Me ha venido genial tu artículo para este post! http://seodelnorte.com/lista-problemas-convertir-posibles-negocios/ te he robado alguna idea con tu permiso!
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