12 junio 2014

No nos hacen bien a nadie…

Algunas cosas no favorecen. Nunca. A nadie. Jamás.
Podemos haberlo intentado y, ahora que lo vemos con algo más de perspectiva, caemos en la cuenta de que íbamos hechos unos auténticos mamarrachos. Otras veces, cuesta verlo. Vivimos en el ojo del huracán, estamos inmersos en la tendencia y, claro, nos dejamos llevar. Craso error, el tiempo coloca todo en su sitio y ya nos daremos cuenta de cuán equivocados estábamos. Y para muestra, los 80.


Los suicidios estéticos adoptan formas muy variadas. Sin embargo, el universo de los complementos, los tejidos y peluquería y maquillaje son el terreno más fructífero para las meteduras de pata. Esos pequeños toques personales con los que coronamos nuestros looks pueden ser la estocada final.

Pasen y vean.


- Las prendas vaqueras nevadas. Un escalofrío recorre mi espalda.
- El nail art. Sigo esperando ver unas uñas curradísimas con dibujos geométricos, dragones, flores, brillantes y miles de colores que sean elegantes y no la chachada habitual.
- Un sujetador con tirantes de silicona y un top palabra de honor, como si nadie fuera a darse cuenta de tu “secreto”.
- Las riñoneras.
- Los petos para adultos en general y para tíos con particular espanto.
- Los Crocs. Ya pueden ser confortables porque se escapa a mis entendederas la reinvención del zueco de enfermera y farmacéutico en goma y colores flúor. Aunque visto el triunfo de los slippers –zapatillas de casa de toda la vida-, propongo que la comodidad esté por encima de todo. ¡Salgamos de casa en pijama! ¡Tomemos las calles en bata y albornoz!
- El pelo planchado –con aspecto frito- en zigzag. De vez en cuando, algún peluquero engaña a su famosa clienta convenciéndola de que marcará tendencia o la amenaza de muerte (veo más factible la segunda opción).
- Las gorras en plan rapero americano con una visera enorme y súper recta que, además, te puedes colocar ladeada.
- Esa misma gorra pero ahora sobran cuatro palmos sobre tu cabeza.
- Pantalón pirata para tío. Un look con aspiraciones alternativas, bohemias, underground y despreocupadas. Pero, ¿alguien se ha topado alguna vez con unos pantalones piratas en su armario sin saber cómo?
- Melena con capas muy cortas, tanto que la primera está por encima de las orejas.
- Un buen par de botas blancas.
- El mullet. Llevar el pelo corto pero largo es una contradicción, un imposible de espantoso resultado.
- Las gorras para mujer cruce entre bombacho y maquinista de tren.
- Las camisetas teñidas en plan hippy. No recuerdo haber visto a alguien favorecido.


Y yo confieso collar-tatoo, pelo con capas horribles, camiseta teñida multicolor, vaqueros nevados y todo lo que conllevan una infancia ochentera por la que mi madre tendrá que rendir cuentas. Aunque no estoy libre de pecado, aquí ando, tirando piedras…

4 comentarios:

  1. Este post es tipo colección de vergüenzas... Si-le, si-le, no-le, espera,espera,espera, ah, si-le...

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    1. ¡Demasiados sí-le, tía! ¡Qué vergüenza retroactiva!

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  2. De pequeño fui propietario de unas chancletas de río de esas blancas amarillentas con hebilla metálica.
    Un día en la playa me metí al agua con ellas, y una ola me arranco una para no devolvérmela jamás.
    Aquel fue un gran día.

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    1. Efectivamente, te libraste de una larga temporada con cangrejeras.
      Una prenda inolvidable y básica de nuestro oscuro fondo de armario infantil.

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