14 julio 2014

Bruxista.

Rechino, aprieto, muerdo, castañeteo, mastico. Por las noches, soy percusión. Un cajón gitano en el que mis mandíbulas marcan el compás de mis sueños; de mis pesadillas si hay mucho jaleo.


Mi boca es de una calidad lamentable, aunque llevo una higiene bucal adecuada y voy con mucha –incluso demasiada- regularidad al dentista. Me gusta que me hagan higienes bucales y revisiones.
Pero a pesar de mis precauciones, doy trabajo en cada visita. Diría que, salvo ponerme un implante – y es una simple cuestión de tiempo-, he vivido en mis encías todas las experiencias odontológicas del mercado. Desde empastes en cada molar y premolar, pasando por coronas, extracciones, desvitalizaciones...
Es que mi problema no se reduce a un simple asunto de caries, no. A mí lo que me pasa es que los empastes se me caen, se me parten las muelas y se desprende un trozo, pierdo las coronas. Tengo la boca como un solar y, para rematar la faena, soy bruxista. Así que, con nocturnidad y sin alevosía, me fastidio mi propia dentadura mientras duermo.


Me di cuenta de mi patología demasiado tarde, el daño ya estaba hecho. Tuve que despedirme de la vitalidad de una muela tras padecer un lento y muy doloroso adiós. Literalmente, la machaqué hasta matarla. Y menos mal que sólo sucumbió el nervio, pudo haber sido la pieza entera y quedarme mellada una temporada. Todo quedó en una endodoncia. Total, por una más tampoco va a pasar nada.

Pero el bruxismo seguía ahí. Cada noche, apretaba tanto la mandíbula que soñaba que se me partían los dientes. Ciertamente desagradable. Había que poner fin a esta tortura dental. La solución, una férula de descarga. Es una funda rígida que se coloca en los piños (he tenido el formato para mandíbula superior y ahora estoy con la inferior). Su borde es grueso, se trata de que mantengas la boca entreabierta para reducir la fuerza de la articulación temporomandibular. En resumen, como si mordieras un palo, versión 2.0. Yo me siento un poco Rocky Balboa cuando me la pongo.

El comienzo de la relación con mi férula fue difícil; nunca amanecía con ella puesta, se me olvidaba 2 de cada 3 noches, la perdía por casa. Con el paso del tiempo, me acostumbré a su presencia. Empecé a notar que algo se me había pasado por alto si no estaba. Pasé a buscarla cada noche y ahora es una necesidad.

Es muy importante dormir bien y mi sueño es muchísimo mejor cuando es ella la que cobra en lugar de mis dientes. ¡No sin mi férula!


4 comentarios:

  1. Cada noche entraba cuando dormíais a daros un beso y arroparos bien y oía un ruidito que me costo bastante identificar eras tu rechinando tus dientecitos yo todavía no sabía que existía eso que se llama bruxismo , también dormías con los ojos un poco abiertos , tendrá nombre eso?

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    1. ¡Menudo panorama, Vieille!
      El tema de los dientes está solucionado, ¿me pongo celo en los párpados y dejo zanjado el otro asunto?

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  2. Aquí otra con un bruxismo asalvajado, en mi caso podría decir que la férula es casi màs importante para el descanso de mi novio que para el mío propio xD

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    1. ¡Por un bruxismo a cara descubierta, Bica!
      Y aunque tus piños lo pasen peor que tu novio, bienvenida la férula que soluciona todos los problemas de un plumazo.

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