Hay
embarazadas tranquilas, exageradas, hipocondriacas, angustiadas, pasotas,
histéricas -o cualquier combinación de las anteriores-. Y luego, por encima de
todas, están las Diosas de la Maternidad. Son unos seres superiores que nos
observan desde la atalaya de la sabiduría suprema, otorgada por obra y gracia del
embarazo, y juzgan nuestro comportamiento mortal que, comparado con su
perfección, deja muchísimo que desear.
Se
diferencian de nosotras desde el principio; apostaría hasta que la mismísima concepción
fue un momento especial. Los nueve meses restantes son un ejemplo constante del
abismo que nos separa. Mientras nosotras tratamos de seguir con nuestras vidas
lo más normalmente posible, ellas están gestando. Se dedican exclusivamente a
crear una nueva vida y, obviamente, lo que hacemos el resto se queda bastante
escaso.
Lo
peor que puede sucederte es coincidir en estado de buena esperanza con una
Diosa de la Maternidad. Te sentirás incesantemente a examen y, por supuesto, suspensa,
aunque sigas a rajatabla todas las recomendaciones de tu ginecólogo. El
problema reside en que tú sólo aplicas las restricciones alimenticias estándar,
mientras que ella conoce muchísimas reglas más.
El
homeópata, al que acude desde la primera falta, le ha comentado lo malísimo que
es comer alimentos verdes a partir de las 18:00 porque la digestión de la clorofila
con luna en cuarto creciente angustia al bebé. Y las demás nos limitamos simplemente
a comer la carne como la suela de un zapato.
Acuden
a clases de yoga para embarazadas porque les ayuda a equilibrar sus chacras y los
de la criatura, haciendo a ambos dos seres en perfecta armonía emocional y
espiritual. Y nosotras planteándonos lo de ir a preparación al parto con el
segundo, ¿no es como repetir curso?
Van
a natación preparto, gimnasia acuática gestacional o cualquier actividad
acuática supervisada por gurús de la preñez. El agua es ahora el líquido
elemento para los dos y esto crea un vínculo madre-hijo único. Las que sólo nos
duchamos por las mañanas jamás tendremos algo así con nuestra descendencia.
Nunca. Esto sólo funciona durante los 9 meses mágicos en los que se crea el amor
filial para siempre.
Ponen
música clásica a sus barrigas, las acarician constantemente, les hablan, les cantan
canciones porque es buenísimo para el desarrollo de las conexiones neuronales
del feto. Los niños serán mucho más inteligentes y psicológicamente más equilibrados.
Y el resto estamos varadas en el sofá empujando nuestra tripa a ver si tienen a bien dejar
de clavarnos el pie en las costillas desde dentro.
Las
Diosas, además de gestar, son ávidas consumidoras de temática embarazo con lo
que su sabiduría crece de forma exponencial y conocen un montón de trucos
secretos para que su futuro bebé sea mejor -principalmente, mejor que el tuyo-.
Su compañía se vuelve algo temible, cada vez que ingieres algo en su presencia,
notas su mirada reprobatoria y se te atraganta la cerveza sin alcohol. ¿Acaso no
sabes que la combinación de cebada y lúpulo es lo peor a partir de la semana 25?
Un tío de la Universidad de Arkansas dijo que se incrementaban las posibilidades
de que el bebé se no se diera la vuelta, se quedase de nalgas y, entonces,
tendrían que practicarte una cesárea. Así que prefieres tomarte el refresco a
escondidas, no vayas a causar algo terrible e irreparable que a tu médico se le
ha olvidado comentarte.
Si
durante el embarazo, las Diosas de la Maternidad son un coñazo, cuando nazcan
los retoños será un infierno. Entonces, sabremos lo que es un suspenso en
condiciones.
P.D.: Huelga
decir que me he inventado todo lo aquí mencionado sobre la gestación.
Menos mal que lo has puesto en la nota, porque ya estaba imaginándome a todo un rebaño de Diosas dejando de comer clorofila por tu culpa...
ResponderEliminarMejor matizar, no vaya a causar estragos con mis recomendaciones ficticias.
EliminarPero suenan creíbles, ¿verdad?
Eres una artista Lola!!! Espero no caer nunca en el lado oscuro, mi mente es más básica que todo eso. Simplemente genial, buenísimo!! Un besazo. Olatz
ResponderEliminarGracias Olatz, tú tranquila que te avisaríamos si se te fuera la pinza.
EliminarTampoco te pega demasiado, francamente.
Querida, una vez más bravo, eres grande!!! Cómo me alegro de NO pertenecer a ese clase de diosas. Yo me declaro ANTI diosa de la maternidad ...
ResponderEliminarBesazo enorme Dolores!!!! Thais
Thaichi, la verdad es que ser Diosa de la Maternidad es una pereza. Yo también prefiero la versión light de la preñez.
EliminarBesazo para ti.
Cada día me siento más orgullosa de ser "la antimadre".Llevé a mi hijo un día antes de empezar el campamento de verano con la cara llena de crema protectora y volvió a casa tal cual,no fuí a clases de preparación al parto y la enfermera flipaba cuando no entendía a lo que se refería cuando el mismo día del parto me dijo"vengo a enemarte" y mi hija ha llevado chupete hasta casi los 5 y eso sí,tiene el paladar perfecto.Grande amiga!Besos!!Á.
ResponderEliminar¡Á, eres bastante desastre! ¡Me parto! La verdad es que con la caraja no se vive tan mal.
EliminarMenos mal que no subiste al niño a ningún autobús que pasase por allí, acababa en cocheras...
Yo siempre me imagino o estas diosas de la maternidad dándole el pecho a sus hijos hasta que llegan a la universidad y comiéndose su placenta frita en una cena con amigas.
ResponderEliminar¡Carcajada! ¡Qué bueno lo de la placenta! Es bastante asqueroso a la par que posible, les pega todo.
EliminarY lo de la lactancia materna hasta la adolescencia me da una cosa... Debatiremos este asunto en algún post.
Estás embarazada Lola?? Enhorabuena si es así!
ResponderEliminarMon Dieu! ¡No! ¡Menuda confusión!
EliminarSon recuerdos de mi embarazo actualizado con las experiencias de mis amigas, siempre hay una con un bebé en camino.