El
equipaje femenino suele estar sobredimensionado. Un fin de semana abulta como
15 días (y tendríais que ver el volumen de nuestras renuncias). Aunque
intentemos reducir, simplificar, quitar y dejar lo indispensable, siempre
será muy superior a la valoración de nuestras necesidades que hacen los
hombres.
Porque
nosotras tenemos prevista cualquier eventualidad y todo tipo de climatología.
Nos
vamos unos días a un pueblo de montaña pero, ¿quién puede asegurarnos qué
tiempo va a hacer finalmente? En primavera, igual llueve, así que tenemos que
meter una gabardina. Aunque lo mismo viene una ola de frío y no hacemos nada con un trench, añadamos prenda de abrigo,
bufanda, gorro y guantes.
¿Y
si surge una cena de improviso? Entonces, se abre aún más el árbol de
posibilidades. No podemos saber de antemano si querremos falda, vestido o
pantalón; metemos uno de cada sólo para este caso. ¿Y qué calzado será el
apropiado? A ver si vamos a pensar que todo el mundo va en camperas y resulta
que allí las tías se arreglan mogollón. ¿Tacón o zapato plano? ¿Botín o
sandalia? Ante la duda, sumamos cuatro pares de zapatos, para poder elegir en
el momento...
Es
que son demasiadas incógnitas. Queremos ir apropiadas, a la par que monas (de guapa sin querer, claro, no dejamos de estar en el campo), y la única certeza
con la que contamos es nuestra maleta. Así que toda circunstancia posible, por
remota que sea, deja rastro en nuestro equipaje y éste va adquiriendo unas
dimensiones desproporcionadas, muy a nuestro pesar.
Ojalá
todo fuese más sencillo. Ojalá pudiera hacer como los tíos, una bolsa de
reducidas dimensiones y contar con un acompañante que llevase todo lo que yo no he metido.
- Te cojo el
champú.
- ¿Dónde está
la pasta de dientes?
- ¿Tienes
cargador?
- ¿Me dejas la
hidratante? Creo que me estoy pelando.
- ¿Has traído
el cortaúñas?
- Al final, ¿metiste
la protección solar en la maleta? ¿Me pasas un poco?
- No te
sobrarán unos calcetines...
- ¿Ibuprofeno?
- ¿No tendrás unas pinzas? Se me ha clavado una astilla.
- El jabón de
la cara, ¿es éste?
- ¿Me prestas
las tijeras?
- Se me ha
olvidado el desodorante, te pillo el tuyo.
- Tengo una
picadura, ¿dónde está la crema?
Seguramente,
así yo también viajaría más ligera de equipaje. Y podría dejar de devanarme los
sesos con todas las cosas que podría llegar a necesitar –y un par de conjuntos más-.
Para que logremos obtener una de las maletas valisa en nuestra vida, tenemos que estar siempre al pendiente delas publicaciones y seguir usándolas para todo lugar que vayamos.
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