09 julio 2015

Ecosistema de estación.

Trabajo junto a la estación de tren, ya me he acostumbrado al ambiente que las rodea. Lo más granado se ve atraído inexorablemente hasta este punto exacto de la ciudad.


  • Tenemos al viejo borracho solitario, con la única compañía de su brick de vino y un montón de bolsas de plástico.
  • Nos encontramos al yonqui, yendo a por el chute, siguiendo una ruta mil veces repetida. Puede que también los vea de vuelta.
  • La pandilla de súper malotes adolescente haciendo pira del insti para fumarse unos porros.
  • Las gitanas cargadas de romero y soltando cumplidos que se convierten en mal de ojo.
  • El loco que grita.
  • Grupos de descarriados en general, dos o tres, acompañándose mientras siguen tocando fondo.
  • Algún indigente acicalándose en la fuente.
  • Perroflautas en todas sus vertientes, incluso sin perro.
  • Gente normal pero bebiendo latas de cerveza un día laborable a mediodía en la entrada trasera de una estación de tren.

Las estaciones de tren son decadentes, tristes, grises.

4 comentarios:

  1. Sí, muy grises. También las estaciones de autobús. Y te falta hablar del tipo al que le falta el euro para el billete a Arrigorriaga, y que en realidad es el mismo tipo que va y vuelve a por el chute...

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    1. ¡¿Cómo he podido olvidarme de ese tipo?! Menudo fallo, él es el gran clásico de las estaciones de tren.

      Aprovecho esta ocasión para confesar que sí, me he tragado lo de los 78 céntimos exactos para llegar a Arrigorriaga. En mi defensa diré que era pequeña y no trabajaba por estos lares...

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  2. Creo que esa estación de tren debe de estar construida sobre un antiguo cementerio indio.

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    1. A lo mejor has dado con la respuesta al enigma del ferrocarril.
      Aunque haría falta mucho indio muerto para tanta estación de tren chunga, ¿no?

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