30 abril 2015

Hipercondríaca.

Después de un cáncer, mi relación con el malestar físico ha variado mucho. Se trata, obviamente, de una derivada más de la supervivencia.


Así como habrá gente que viva en una perpetua agonía a nada que algo se salga de lo normal, yo estoy, precisamente, en el lado opuesto. Me encuentro en un estado más bien hipercondríaco, ni siento ni padezco. Fundamentalmente, tiro millas y ya se pasará. Parece ser que la ignorancia es lo que mejor me sienta.

Aquí no está permitida la gama cromática de los grises, o tienes la enfermedad en la cabeza –con todas las pesadillas asociadas- o desconectas. Y parece ser que soy una clarísima opción b). Así que no puedo pararme a pensar si me encuentro cansada, tengo una molestia rara o noto un no sé qué que no termina de irse.

En cualquier caso, mi inconsciente es mucho más sabio de lo que pensaba. Me deja vivir tranquila hasta que le parece que me estoy pasando. Entonces, se deshace de mi parte hipercondríaca, me da dos merecidas tortas y me tira de bruces contra la realidad con un “Preocúpate un poco, reina, que estás tardando.
Resulta, entonces, que no vivo en la ignorancia más absoluta. Dispongo de alguna clase de resorte que me obliga a preocuparme en algún momento. No sé cuánto tiempo tiene que transcurrir hasta la reacción, cuándo un dolor deja de ser pasajero y se transforma en persistente, pero llegar a ese punto es una auténtica mierda. Pasas de la comodidad de la ceguera a la ansiedad de la clarividencia. Tus pensamientos se embalan y la angustia te anuda la boca del estómago hasta que alguien te da el visto bueno.

Conseguir llevar una vida normal después de haber estado bien jodido requiere esfuerzo. Hay que no pensar en muchas cosas, pero sin pasarse. No prestarse atención, pero revisándose periódicamente. Tratar de vivir como si estuvieses sano, pero una persona saludable se preocuparía mucho antes que tú...


Resumiendo, no hay punto medio, sólo punto miedo.


4 comentarios:

  1. Yo intento vivir en la ignorancia de lo que aún no conozco. Con el abanico de lo que he visto tengo suficiente para mi punto miedo... Así que no me contéis lo del primo del amigo de un vecino al que le pasó no sé qué...

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    1. ¡Déjate! Creo que sabemos demasiado.
      No pasa nada por no conocer todo el mal que nos acecha ahí fuera.

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  2. Joder ( con perdón) Lola das en el clavo con una precisión infinita y yo multiplico el punto miedo por 3 .
    La Anciana

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    1. Un punto miedo para ti y otro para cada miembro de la familia.
      ¿Trazamos la línea de puntos? Creo que saldría una estrella de 8 puntas, lo menos.

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