16 octubre 2014

Enganchada al negro.

Imprescindible en el armario, en el humor y, definitivamente, en mi biblioteca. Soy adicta a la novela negra.



Llevo unos años relajando mi listón literario. Desde que soy una madre despistada con una gran vida interior necesito libros que me enganchen desde la primera página. A la mínima exigencia de concentración, me encontraré divagando por derroteros menos interesantes y más urgentes como lo que tengo que hacer mañana en la oficina, la lista de la compra, qué me pongo si llueve o dónde habré dejado algo… Me gustaría ser capaz de leer como antes, disfrutando también de las palabras, las frases, los personajes pero, de momento, me veo abocada al crimen.

Nada me relaja más que el thriller. Asesinatos, persecuciones, tiroteos, mafia de cualquier nacionalidad, secuestros, desapariciones y peleas son mi final de día perfecto. Me sumerjo en el hampa como quien se da un baño de espuma.

Además, necesito tener un delito de repuesto en la mesilla. Saber que estoy con el último libro de mi stock criminal me tensa. Tengo que ir urgentemente a por un nuevo kit negro, que no se vende en farmacias sino en librerías y con horario comercial. Así que siempre compro novela policiaca por medias docenas, tres kilos de papel –desconozco el equivalente en árboles- cargados de sangre.

El problema es que, como toda adicción, responde a la compulsión más que al disfrute. El placer se mide únicamente por páginas; la lectura no deja ningún poso. Las historias se amontonan en mi biblioteca pero en mi memoria no queda ni rastro. Soy incapaz de recordar cuándo, cómo, por qué y, sobre todo, quién mató a quién. Pero no importa porque desconecto, me entretengo, no pienso y sigo manteniendo vivo mi reflejo lector, por si algún día cambio de género…



Y así, con el arrullo de los disparos y los navajazos, concilio un sueño de lo más blanco.

8 comentarios:

  1. Carne de mi carne, en esa misma tesitura me hallo, y me he zampado los diez de Martín Beck del tirón, porque yo, además de negra, la prefiero fría del norte...

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    1. ¡Qué malos son por allí arriba! La de gente que muere asesinada en lugares deshabitados.

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  2. Sangre de mi sangre ,ya tengo preparado 5 kg de esas novelas , prestadas claro, despues de leeros de esta semana no pasa para que empiece con la desconexion cerebral. La anciana

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  3. Mándame un privado y te paso el contacto del Proyecto Hombre. Un fuerte abrazo.

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    1. ¡Eso está hecho anónimo! Se os ve la mar de discretos con las identidades y los vicios.

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  4. Protesto. Defecto de forma.

    No me mola la etiqueta de bodrios, ¡O al menos no es justa!
    En la entrada que hiciste de libros rosas sí que es aceptable. De hecho, creo que existe algún tipo de reacción química por la cual, si un sujeto con testosterona o genotipo XY, lee cualquier párrafo de la exquisita prosa de la señora Marian Keyes, desarrolla úlcera intestinal. O conmoción cerebral, o todo junto. O yo que sé.. que dirían en airbag.

    Para la novela negra tienes un gusto,,, vamos a decir... ¿Decente?

    P.D Te recomiendo "La Saga Malaussène", de Pennac. No son exactamente novela negra, pero tengo la corazonada de que te van a molar.

    :)

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    1. Supongo que el fin, entretenimiento puro, transforma la novela negra en un bodrio que me leo.
      O la incapacidad para hacer frente a algo con más enjundia.
      O que, efectivamente, algunos son purita basura como la saga Fjällbacka que me he zampado entera.
      O que me muero de ganas por saber si triunfa el amor entre los detectives Kenzie y Gennaro.
      O que quiero que el matrimonio Gurney consiga salir adelante a pesar de la fatal atracción por el peligro de su protagonista.
      El espíritu rosa me posee.

      Au bonheur des ogres es una recomendación pendiente de mi hermAna desde hace unos años. Veremos si soy capaz en V.O.

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