He
pasado de la trilogía Cincuenta Sombras.
Simplemente, no me apetecía demasiado. La gente la ha devorado así que seguro
que es entretenida pero yo no he encontrado el momento de leerme tres libros
rollo cachonduelo-romántico, aderezado con fustas, látigos y mordazas... Seré
de mente estrecha pero estoy acostumbrada a las esposas en ambiente
estrictamente policial.
Y
pasando de estos temas estaba yo cuando comencé El valle del asombro. Pensaba que me encontraría la típica historia
de chinas –precisamente por eso lo compré- con madres estrictas, tradiciones
ancestrales, suegras pérfidas, el peso de la familia, pies vendados, maridos horribles,
hijos ingratos. Lo de siempre, vaya.
Sin
embargo, Amy Tan ha debido ver un buen nicho de mercado y se suma al boom de lo
explícito en versión Oriente. Así, me estoy tragando la vida de una cortesana en
Shanghái a principios del siglo XX con todo lujo de detalles. Y me refiero a amplias
descripciones de tallos, cabezas de dragón y perlas, pabellones, puertas y
desfloraciones. Un eterno símil con la fauna y la flora de China para referirse
al tema y sus posibilidades creativas: “nadar con peces de colores”, “el
caballo encabritado”, “las ondulantes cañas de bambú” o “las ostras en el
caparazón de la tortuga”. El efecto es de lo más extraño; una vez que te
acostumbras a que la fruta no sea simplemente fruta, resulta tremendamente cursi
a la par que muy explícito. Raro.
Lo
peor de todo, la historia, un auténtico drama. A la protagonista sólo le
suceden tragedias; una muerte, un abandono y un engaño detrás de otro durante casi
700 páginas. ¡Agotador! A ver si levantamos cabeza en la recta final de la
novela porque estoy cansada de tanto sufrimiento, tanta grulla y tanto loto en
flor.
Conclusiones
- Si te gustó Cincuenta sombras de Grey, te sobrará drama y te faltará el romance.
- Si apuestas por una historia de chinas, ésta es bastante mala.
- Si esperabas a Amy Tan, está de vacaciones.
- Si “trepar por el tronco del melocotonero” te dice algo, a lo mejor aprendes algo del asunto.
- A Leonardo Dantés sí se lo recomiendo, sería capaz de componer una segunda versión de su hit Tiene nombres mil.
Te has currado una portada estupenda para el arroz tres "delicias" (guiño,guiño,codazo)...
ResponderEliminarCon la típica grulla de origami que todos tenemos en casa y 4 ó 5 aplicaciones para fotos, ya has hecho una portada.
EliminarSi necesitas una, me dices tranquilamente, son unas horitas de nada.
Creo que voy a esperar a que hagan la película.
ResponderEliminarSí, mejor te esperas.
EliminarO directamente pasas de la película también.
Pues yo me lo compraré en versión Kindle para que no tengan que talar ningún tronco de melocotonero más. Que daño!
ResponderEliminarEn papel o en bites, acabarás hasta el gorro de melocotoneros.
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