Soy
una devota de la papelería, fan total. Me encanta. Me apasiona. Me hace ilusión
ir al armario del material, creo que con eso lo digo todo...
Por
mi mesa, además de una pila infinita y creciente de papeles (que me hace
entender un poco la teoría del universo del Sr. Hubble*), pululan grapadora, perforadora, tijeras, regla, celo, cola,
post-it de varios tamaños e insuficiente colorido. Como si me dedicase a las
manualidades, podría hacer gráficos de papel maché o informes collages.
Tengo
el cubilete a reventar de accesorios para escribir, anotar, marcar o subrayar.
De todas clases y colores. Cada uno tiene un propósito y los necesito todos. Rotuladores
para las cosas importantes y portaminas para lo que es probable que necesite
modificar. El rojo para corregir las faltas de ortografía y errores gramaticales
o de puntuación. El azul para mis propias dudas al respecto. El verde cuando
está revisado y OK. El subrayador amarillo para lo importante. El uso del naranja,
el azul, el rosa o el verde fosforito es variable. Al final, tengo tal Cristo
de apuntes, colores y marcas que tengo que poner leyenda a mis propias notas
para recordar su significado.
Utilizo
tanto los Post-it que han dejado de prestar su servicio. Tengo todo anotado en
papelitos amarillos pegados por doquier para que no se traspapelen. La pantalla
del ordenador, la pared, la agenda, todo está plagado de números de teléfono
sin dueño, recados sin fecha y claves de algo. Y como son para apuntar las
cosas importantes y/o urgentes, no me atrevo a tirar ninguno así que he reconstruido
mi taco de Post-it utilizados. Algún día encontraré el valor para deshacerme de
ellos.
Y
hay algo que me parece lo máximo del material de oficina: los sellos. Cuando
cojo el cestillo con todos noto un cosquilleo de emoción. Entonces
tengo que elegir si es copia, borrador o confidencial, abrir la tinta, mojarlo y
colocarlo cuidadosamente sobre el papel. Y soy un poco feliz.
Debe
de ser una adicción, ¡no tengo suficiente con 5 tonos
diferentes de fosforescente! Lo único que me consuela es saber que no estoy
sola en esto, mi amiga O. comparte conmigo el vicio. Iremos juntas a terapia.
*Debate
familiar por Whatsapp sobre el universo
Yo: ¿De quién es la teoría del
universo infinito y creciente? ¿Hawking?
hermAna: Es mía...☺
hermAna: Empezó
siendo una partícula microscópica. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve!
Papá: De infinito nada. La expansión
la formuló por primera vez Hubble.
Yo: ¡¿No es infinito?!
hermAna: Infinito... Lola, eres una
cateta...
Papá: Si fuera infinito no se podría
expandir.
Yo: De ahí que no la entendiera.
Yo: Entonces, ¿en mi mesa pasa lo de Hubble?
hermAna: Lo de tu mesa está también
relacionado con la teoría del caos. O con el síndrome de Diógenes. Eres
bastante basurillas y caótica...
Papá: Tu mesa no sé, el universo
tiene un radio aprox de 14.000.000.000 años luz.
Mamá: La mesa será en segundos luz.
Hermana: Me voy a estudiar, soy una
necia.