Educar
es un bombardear constantemente a tu criatura con cuñas de buen comportamiento.
El número y complejidad de tus mensajes publicitarios irá creciendo con tu
vástago.
El
primer año, el tema central de tu campaña será el “¡No!”. Sencillo, directo, impactante pero una gran imagen de marca.
Tu producto es muy simple, no necesitas un estudio de mercado de madres de
parque para saber que tu fuerza reside en tu firmeza. Con un buen “¡No!” conseguirás transmitirlo. Cierto
es que tanto la utilización como el volumen del mensaje serán variables, todos
los pequeños reptantes no sienten la misma atracción por el peligro.
Con
el transcurrir del tiempo, tu público objetivo se vuelve cada vez más complejo.
Su capacidad maleante se va desarrollando y puede tomar tal variedad de formas que
tal vez necesites segmentar el mercado. Un único mensaje no puede dar
respuesta a todas sus necesidades. Tendrás que ir analizando su comportamiento
y adaptando tu producto a sus deseos, el coste, la utilidad… Y todo sin
renunciar a tu imagen de marca. Es el momento ideal para el marketing
estacional, con campañas más específicas como pueden ser el mes del "¡A la boca no!", la temporada
del "¡No se pega!” y el “¡No se muerde!" o los días
especiales del "¡No se toca!".
Tu
pequeño consumidor se va volviendo cada vez más exigente. Sus mentes
evolucionan a la velocidad del rayo, tienes que adaptarte a sus necesidades de
forma inmediata. Cambia tu modelo productivo, el just in time es la única opción para mantenerlo firme en tu marca. Recurre
a los estudios de madres de parque, es importante comparar, investigar,
contrastar y analizar para conseguir un producto final de calidad.
Ahora
que estás ampliando la gama, "Se
pide por favor y sin llorar", "Hay que pedir perdón.", "No
hay que enfadarse por perder.", "Lávate
las manos después de hacer pis.", "Tienes que aprender a hacerlo tú solo como un mayor.", no
olvides el espíritu de la marca.
Existen
multitud de técnicas de marketing, habrá que ver cuáles son las que mejor se
adaptan a nosotros. Yo voy a tirar una lanza a favor del product placement. Aunque algo denostado por su excesivo uso en los
90, los resultados pueden ser excelentes si no abusamos. Porque resulta fundamental
no dejar pasar una ocasión para que nuestra marca cale en el mercado, aunque
sea de forma indirecta. Aprovechemos pues los momentos lúdicos para
posicionarnos: la cena es perfecta para enseñar modales, un cuento para reforzar
valores, una conversación para mejorar la pronunciación… Las posibilidades son
infinitas y el presupuesto en energía paternal permanece ajustado.
La
paternidad requiere una buena y planificada estrategia dejando espacio para la
improvisación. Si no damos con nuestros slogan, siempre podemos ver qué se
cuece en las grandes y adaptarlo a nuestro producto. Porque ser padre requiere firmeza
y estabilidad pero la potencia sin control no sirve de nada así que think different, design your own life y un mundo más cómodo. Recuerda que impossible
is nothing, que yes, we can. Just do
it y keep walking. Porque yo lo
valgo.