Cuenta
la leyenda que la fecha de consumo preferente es muy diferente a la de caducidad. Es
sólo un día en el que el alimento en cuestión pierde, como por arte de magia,
algunas de sus propiedades. Y esto está muy lejos, lejísimos, de significar que
está en mal estado. ¿A alguien le importa que el yogur, de la noche a la
mañana, tenga un poco menos de calcio? A mí, en absoluto.
He
llegado a interiorizar tan bien la diferencia, que la fecha de la tapa se ha
vuelto un mero referente. Si han pasado más de 15 días en todo lo que me queda
en la nevera, tendré que plantearme seriamente una visita al supermercado.
Desde que la idea viene a mi mente hasta que se transforma en hechos, dispongo de otra semana de consumo de lácteos con una menor concentración
de L-Casei que en el momento de su
adquisición.
Puede
que algunos puristas de la fecha se echen las manos a la cabeza pero, si un
alimento enlatado aguanta un par de años, no creo que vaya a pasar nada por 9
meses más.
Mi
nevera se rige por la siguiente teoría: partiendo del tiempo que dispongo para
consumir algo en plenitud de condiciones (con todas sus vitaminas, minerales,
bÍfidus y omega 3), y mediante una sencilla regla de 3, obtengo el margen de
maniobra adicional para darle salida al producto.
Y
luego están aquellos que, directamente, no caducan jamás:
- pasta
- arroz
- aceite
- vinagre
- pan
rallado
- harina
- cualquier
lata
- legumbres
(si tuviera)
Hay
algunos puntos que son algo más conflictivos.
- Una vez superada la prueba del olor y del sabor, podemos encontrarnos ante la disyuntiva de las puntas resecas en la loncha de queso. La respuesta se encuentra siempre en las siguientes; si tienen la misma pinta mustia que la superior, es probable que no podamos rescatarlo. O que, de tan seco y tieso, su única posibilidad sea rallarlo y utilizarlo como condimento para pasta. Es una opción que, aunque no he tenido ocasión, no descarto para cuñas de semicurado.
- Estamos genéticamente seleccionados para temer el huevo. Generación tras generación, las madres han transmitido a sus hijos un pánico mortal -literalmente- a la salmonelosis. Un día caluroso, la mayonesa es la reencarnación del mal. Así pues, la decisión sobre el huevo está en nuestro ADN y me veo obligada a acatar (con un margen de un par de días) la fecha impresa en la cáscara. Y me fastidia porque, según mi teoría, le corresponderían 10 más tranquilamente.
- Dependiendo de nuestra tolerancia y el alimento al que nos enfrentemos, podemos optar por seguir adelante a pesar de la presencia de moho. Supongamos que hay una pizca en la parte de arriba de un bote de mermelada medio vacío, estimo que el foco sospechoso se encuentra lo suficientemente alejado para poder desayunar hoy (puede que mañana también). Sin embrago, seré incapaz de pasar del moho en lácteos, embutidos o cualquier sobra.
La
fecha de consumo preferente es marketing, otra forma de empujarnos a consumir
más. Aunque puede que convenga echarle un vistazo de vez en cuando para no
terminar en urgencias vomitando nuestra cena de pasta, cosecha diciembre del 2013,
con tomate frito en septiembre del 2014 y queso de febrero del 2015 rallado.
Bravo Lolis!!!! Buenísimo!! Comparto al 100% tu teoría, "pánico al huevo" included.Me he reído muy a gusto. Muchas gracias. Un besazo enorme. Mónica.
ResponderEliminarMe alegra mucho saber que hay más gente que se toma tan a la ligera la fecha, Mónica.
Eliminar¡Pero no! ¡Con el huevo no se juega!
Después de tantos años de critica a "mama que el yogourt esta caducado" no pasa nada hija que no te vas a morir me alegro que te des cuenta sobre todo por el coñazo de ir a Ercoreca. Lo de la mayonesa también esta en mis genes.....La Anciana
ResponderEliminar¡Qué fácil es ver la paja en la nevera ajena! Tenía que crecer para comprender, Vieille.
EliminarA lo mejor la Bisa transmitió a la abuela Ana el asunto del huevo peligroso de muerte y así ha llegado hasta nosotras.
A mí me parece que lo de la fecha de consumo preferente es una estratagema por parte de la industria alimenticia para confundir al personal. Lo ponen para que la gente consuma el producto lo antes posible, o lo tire en el peor de los casos, para tener así que volver a la tienda cuanto antes y comprar de nuevo el alimento en cuestión.
ResponderEliminarLlamadme loco, pero yo también soy de los que se comen los yogures caducados si hace falta.
Siempre viviendo al límite ouh yeah…no limits no rules no fear, maybe a little indigestion
¡Es que vivimos al límite!
EliminarMenos mal que nosotros nos hemos dado cuenta de la jugarreta de los poderoso y hacemos boicot jugándonos nuestra salud gastrointestinal.
Give me five, bro!
Nunca he tirado un huevo. No tengo ni la más remota idea de la vida media que tienen según los que lo meten en la caja. Alguna vez he intentado mirar la fecha de la cáscara, que se debe de borrar con el paso del tiempo, y a la tortilla se ha dicho. Se puede decir que sobrevivo a mi propia nevera.
ResponderEliminar¿Quién es carne de cañón de salmonelosis? ¿Eh? ¿Quién?
EliminarHuevoviviente
ResponderEliminarSuperhuevona
Sin duda alguna, súper huevona.
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