Hay
algunas cosas inherentes a la paternidad, no te librarás de preocupaciones,
desvelos, culpa. Pero hay algo que las madres tienen en exclusiva: ir cargadas
de bolsas. Siempre. No falla. Porque yo veo a los padres y van con las manos en
los bolsillos, sin embargo, nosotras llevamos invariablemente entre una y cinco
bolsas.
Una
tarde de martes, es fácil diferenciar a una mujer sin descendencia de una
madre, la ligereza de sus andares, su pequeño bolso de mano, su libertad de
movimiento y, como carga máxima, un paraguas.
Madres y bolsas según @casascosas |
El
origen de este mal debe ser el cochecito. Empezamos colgando la bolsa de
imprescindibles para el bebé, que viene a ser todo lo necesario para sobrevivir
un año a un holocausto nuclear. Luego le añadimos esos prácticos ganchos para enganchar
más cosas y es el principio del fin... Ya no podremos parar. Nos hemos
acostumbrado y, cuando los niños dejan atrás la sillita, es demasiado tarde
para nosotras.
Nos
miro y me pregunto por qué acarreamos, además de a nuestra prole, tres bolsas
adicionales y qué contenido tan vital esconderán que es imposible desprenderse
de ellas. ¿Un marcapasos externo? ¿La botella de oxígeno?
Pues
resulta que llevamos el tupper gracias al cual podemos comer en menos de 8
minutos, intensificar nuestra jornada laboral y llegar a tiempo a la parada. Y
ese táper tiene que viajar de vuelta a casa.
En
otra estarán la merienda, el zumo, unas galletas para luego, agua por si acaso,
unas toallitas para emergencias.
Llevaremos
también algún juguete, que sólo pedirán cuando no hayamoss traído pero que
llevaremos encima en cuanto salgamos por la puerta, el pack incluye coches,
muñecos, un balón en primavera, unas pinturas.
Además,
en un quiebro digno de Messi, los niños te han endosado sus mochilas nada más
bajar del autobús y, aunque no pesen, son más bártulos encima.
Seguramente,
de camino a casa tengas que hacer algún recado así que no te libras de 2,5 kgs
de naranjas, unos tomates, pan, unas cápsulas de café (15 cajas cada vez que
vas para tardar mucho en volver) y los zapatos que dejaste hace un mes en el
zapatero.
Y,
cuando llegas a casa sepultada, agradecerías haber tenido un carrito de la
compra para meter todas las bolsas. Total, la pinta de mendiga americana ya la
tienes; a estas alturas del día, nadie es ya capaz de distinguirte entre la montaña
de bolsas que llevas en lo alto.
Voy
a ir encendiendo el bidón, que hoy hace un frío.
Para evitar llevar tantas bolsas, yo ya llevo mochila de alpinista. Tal cual. Todo cabe. Bueno no, ni el patinete ni la moltó, qué cruz.
ResponderEliminarY después del patinete, ¿qué toca? ¿La bicicleta?
EliminarAlele, a lo mejor te viene mejor un poco de lluvia a una contractura muscular.
Increible pero cierto. Da igual lo que lleves, siempre falta algo. Yo siempre penco en llevar juguetes y mi hija siempre se queja por "poquita merienda"...Estoy estudiando comprarme un carro de la compra para ir al parque y satisfacer las infinitas necesidades de mis hijos. Besos de lunes amiga!Carlota
ResponderEliminar¡Qué razón, Carlo! Ya puedes llevar la casa a cuestas que siempre habrá espacio para una petición adicional que no puedas satisfacer, ni comprar en las cercanías, ni conseguir sin tener que robar a otro niño.
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