Nunca
supimos bien por qué sólo estaba lleno de cosas viejas. Ahora, se ha convertido
en un premio para los nietos. Bajar allí. Ver todos los juguetes guardados
durante décadas. Saber que eran de cuando mamá y las tías eran pequeñas. Elegir
uno. Dejar muchos ahí abajo para otro día. Meterlo en la bañera para quitarle las
toneladas de mugre acumulada. Y jugar.
Así
que han vuelto a rondar por casa de mis padres los mismos trastos que un día
fueron desterrados por desuso. Todos esos juguetes ochenteros que tantas horas
de diversión nos dieron y que vuelven a hacer su trabajo de nuevo.
De
la mano de Fisher-Price y, sorprendentemente, con todos los muñecos,
presentamos la granja y la escuela.
Ha
reaparecido también una casa-árbol. No sé si fue un juguete muy común pero a
nosotras nos encantaba. ¡Tenía un ascensor! La nueva generación flipa por
exactamente el mismo motivo.
Con
escaso éxito de público, ha vuelto el mítico Cinexín. En sus dos versiones: la
más primitiva con bobina –y que no funciona- y la modernísima y mejorada con
cassette. Únicamente conseguimos despertar un poco su curiosidad, que le dieran
un par de vueltas a la manivela y que pidieran el iPad. En este caso, debimos
pararnos a pensar que la tecnología actual ganaría por goleada.
Hemos
rescatado también algunos libros. La saga de Eric el coche salvaje ha sido un
triunfo arrollador. Les ha encantado el coche gigante, peludo, naranja, que
come terrones de petróleo y es amigo de un inventor. Son tres cuentos geniales.
Leemos uno todas las noches, se los saben de memoria.
Y
directo del sótano a casa de hermAna ha ido la peluquería de Play-Doh. Tendrá
que comentarme si ha sido una buena adquisición o un bártulo más en su hogar.
Sé que no era para nosotros, a Pispi le da miedo el peluquero y asco la
plastilina…
Y
todavía quedan muchos más tesoros por descubrir en el sótano de los abuelos. La
colección de los Jóvenes Castores, el maletín de magia de Fisher Price, un
montón de libros de Barco de Vapor -los blancos para empezar, los azules para
seguir y los naranjas de mayores-, el Ceranova, el Detectinova…
El plástico de la peluquería de play-doh no aguanta tan bien los años como el de fisher price, así que tengo a dos muñecos enganchados para siempre a las dos sillas de peluquero, con las manivelas rotas (para mí eso sería algo muy parecido al infierno...). Por lo demás, un acierto. Creo que tendré que comprar la de juguettos...
ResponderEliminarPor poco lloro cuando he visto el cinexin, aysssss...
ResponderEliminarEn nuestro anecdotario familiar está el día que destapamos la caja de las barriguitas, al cabo de 25/30 años y una de ellas se había ido al retiro espiritual con una sorpresa escondida, estaba/estuvo llena de agua y despertó del letargo cual muñeco diabólico! susto o muerte!
!Vaya! Parece que el sótano de los abuelos da para unos cuantos posts más.
ResponderEliminarEric el Coche!! Mítico. No hay quién lo encuentre por ahí :_(
ResponderEliminarUn PDF bien escaneadito sería chachipiruleta para los "peques" que lo perdimos en los fabulosos '80s ^_^
Son unos cuentos geniales.
EliminarPillo la indirecta...
Me encantaría tener otra vez la escuela de fisher price...soy miy friki de los juguetes antiguos de mi época!!! Cómo mola el recopilatorio
ResponderEliminar¿Y te acuerdas de que la escuela tenía letras-imán que se pegaban al tejado?
EliminarNosotros tenemos el abecedario casi completo, faltarán un par de consonantes. 30 años después, es todo un éxito.
La verdad es que hace ilusión que jueguen con los mismos juguetes que nosotras. ¡Qué recuerdos ochenteros!