Partamos
de la hipótesis básica de que cualquiera de sus trabajadores me parece una
figura autoritaria. Azafatas, camareros, tipo que organiza los taxis con un
silbato, sobrecargos, Guardia Civil, señor con chaleco fosforescente, a todos
obedezco sumisa. Si es que veo al tipo que pide las tarjetas de embarque y
estoy por suplicarle que no me detenga.
No
es de extrañar que, llegado el momento del control policial, el resultado sea una
experiencia desastrosa. Me parece un sinvivir, pura angustia, me produce
nervios y estrés, no vaya a ser que me quiten la crema hidratante de 70€ que
me compré la semana pasada.
Primeras
indicaciones de la mano de un tipo de azul –me parece el color estrella de los
aeropuertos- con voz extremadamente nasal. Empieza el show.
- Cinturón, móvil, reloj, monedas, cartera, portátil o
cualquier objeto metálico debe depositarse en una bandeja.
- Pongo cinturón, reloj, bolso, abrigo, jersey, collar,
pulsera, anillo en la bandeja correspondiente.
Todo
colocado en el escáner, me dirijo al arco de seguridad. Un policía o señor-de-azul-que-advierte,
denuncia mi primer incumplimiento normativo.
- Los zapatos, quíteselos y póngalos en una bandeja.
- ¡Fuera botines!
- Páselos por el escáner.
- Claro.
Segundo
escollo, el arco de seguridad. Pita antes incluso de que llegue, con mi simple presencia
metálica.
- ¿Lleva usted reloj, pulsera, collar, cadena, móvil u
objeto metálico?
- ¡Anda! ¡Pues sí! Se me ha olvidado quitarme el reloj.
Será lo único que no me he quitado.
- Póngalo en una bandeja, colóquela en el escáner y vuelva
a pasar.
- Vale.
Segundo
intento, descalza, sin abalorios y menos dignidad y paciencia. Otro sonoro pitido
me acompaña.
- Por favor, apártese. Ahora viene mi compañera.
Viene
una mujer guardia civil enguantada en látex.
- Coloque un pie aquí.
- El otro pie.
- Extienda los brazos.
- Dese la vuelta.
- Vale, puede usted pasar.
- Gracias.
Cacheada
sin resultado, me pregunto a qué vienen estos niveles de control férreo –de hierro
y de implacable-. Como no me pite la cremallera del pantalón o el corchete del
sujetador…
Llegamos
al tercer obstáculo: el tirano del escáner. La barrera infranqueable. El No Pasarán modelado en carne y hueso.
- ¿Es suya esa bandeja?
- Sí.
¿Lleva usted
portátil?
- Sí.
- Debe colocarlo por separado.
- Sí, lo he sacado de la maleta y puesto en esta bandeja.
- No, debe ir en otra. Separado del resto de cosas. Coloque
todo en el escáner.
- Vale…
Retrocedo
y pongo mi creciente número de bandejas en la cinta. Me dispongo a pasar el
control con algo más de soltura, acaban de cachearme…
- Disculpe, debe usted pasar por el arco.
- Si acabo de hacerlo.
- Debe usted pasar de nuevo.
Pita,
claro, no podía no hacerlo. En esta ocasión son algo más benevolentes, estoy
enzarzada con su implacable compañero de escáner y generando cola.
- Está bien, pase.
Volvemos
al Señor Rayos X.
- ¿Lleva usted líquidos?
- Sí, los que están en la bolsita de plástico con cierre
zip.
- Sáquelos de la maleta, póngalos en una bandeja y
páselos por el escáner.
- ¿Otra vez?
- Colóquelos en la cinta.
Vuelvo a pasar el arco, poner otra mierda de bandeja en la cinta y esperar para el
cuarto paseíllo por el detector de metales. En esta ocasión, me dejan pasar con
un simple gesto.
- ¿Este frasco contiene 100 ml?
- No sé. Pone 125 ml y está medio vacío.
- No está permitido. Debe facturar su equipaje o
tirarlo en ese contenedor.
- Lo tiro entonces.
- ¿Qué es eso que se ve en la imagen?
- ¿Las tijeras de uñas?
- Sí. No está permitido. Debe facturar su maleta o depositarlas
ahí.
- Nada, ya las tiro.
- De acuerdo, puede usted pasar.
- Tu puta madre. (Esto es sólo un pensamiento)
Medio
vestida, descalza, con 5 bandejas, una maleta abierta y hasta los huevos, ¡llegamos
por fin al otro lado!
Ahora
sólo nos queda esperar al avión, que viene con retraso. Encontrar la puerta,
tras tres cambios. Embarcar. E incluso esto último puede torcerse mucho
si volamos con Vueling y convertirse en una desgracia si elegimos Ryanair.
¡Qué Dios reparta suerte!
Me acuerdo en Heathrow que se me olvidó quitarme el reloj, me metieron en una especie de capsula en plan futurista para analizarme entero (cuerpo y mente) y en la imagen que vi en el monitor del escaneo salían chispas de mi muñeca que parecía aquello una verbena. Ah, luego montarse en el avión y justo antes de despegar escuchar “No Surpraises” de Radiohead también tiene su punto la verdad.
ResponderEliminarLos aeropuertos patrios no cuentan con tantos medios para prolongar los controles, una lástima.
EliminarEs que el hilo musical de Vueling mola mucho. Y su oferta de revistas también (Ling y Yorokobu).
Estoy llorando de la risa...
ResponderEliminar¡Me alegra alegrarte!
Eliminarrecuerdo una vez que despues de quitarme unas botas altas,no podia volvérmelas a poner... el tipo del uniforme azul, después de observar mi show, y descojonarse de lo lindo, acabo proponiendome los patucos azules de plastico! qué gentil....Joa
ResponderEliminar¡Menudo momentazo, Joa! Anda que no se echaría risas el colega.
Eliminar