Hay
algunas frases que me gustaría mucho poder decir. Encontrar la ocasión perfecta para
soltarlas. Lo que pasa es que no terminan de estar en mi repertorio mental y,
cuando las recuerdo, el momento ya pasó. Sólo me quedan las ganas y una larga
espera.
“Está rolando el viento.”
Encuentro
que tiene mucho empaque, como si sólo pudiese salir de la boca de un lobo de
mar. Sencilla pero repleta de sabiduría.
Un
punto importante es que no tengo ningún tipo de afición marítima así que la
falta de velas me complica mucho el asunto. Aún así, quiero estar en la calle y
notar el momento justo en el que se produce el cambio de dirección y decir
naturalmente “parece que está rolando el
viento”. Y quedarme tan pancha.
“Tomaré lo de siempre.”
Me
da como envidia cuando la escucho en un bar. Esa complicidad
camarero-cliente que nunca he conseguido tener, ni yendo durante años a por el
mismo café con leche al bar de abajo. Tal vez el problema sea que no me atrevo
a decirla; tal vez sólo funcione con un whisky doble.
“Me encuentro en los aledaños del estadio”
No
por manida deja de apetecerme. Los periodistas deportivos viven allí y yo
todavía no he tenido la ocasión de pronunciarla. A lo mejor si me dejase caer
por alguno…
Me
conformaré con, a partir de ahora, encontrarme en los aledaños de mi casa, los
aledaños de tu portal, los aledaños del parque o los aledaños del bar de siempre.
Realmente, lo de menos era el estadio.
“¡Siga a ese taxi!”
Ésta
es simplemente por puro placer. ¿Acaso hay alguien en este mundo que no sueñe
con poder pronunciarla aunque sea una vez?
“¡Nuestra canción!”
Lo
primero que me gustaría es que no me diese vergüenza tener nuestra canción. Después,
elegirla –o como sea que funcione este proceso-. Y, por último, que sonase y
sólo tuviéramos que mirarnos un segundo para saber que, efectivamente, es para
nosotros, aunque nadie más lo sepa.
“Francamente, querida, me importa un bledo.”
¡Qué
manera tan elegante de mandar a alguien al carajo! Me parece un ejercicio
máximo de contención verbal, me veo incapaz de no soltar un taco –no recuerdo
la última vez que algo me importó, siquiera, una mierda-.
Si
pudiera, zanjaría así todo.
“¡Este aumento de sueldo es increíblemente
obsceno!”
Poco
más que añadir.
El
momento adecuado se resiste y mis ganas van en aumento. Creo que voy a tener que
tomar medidas drásticas y soltarlas totalmente fuera de contexto, para poder oírme pronunciarlas alguna vez.
Me quedo con la del taxi y la del parroquiano de bar. Dos grandes hits, sin duda.
ResponderEliminarEl otro día te puse un café con leche sin que me lo pidieras, eso debería contar como un "tomaré lo de siempre".
EliminarMe encantaría poder usar algún día esta de Bruce Willis: "Vuelve a tocarme y te mato"
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=e7HNC60a3r4
Diría que lo tienes bastante complicado pero es que mola un montón.
EliminarA mí también me gustaría poder decirla.
Buenísima, "parece que está rolando el viento" no es nada difícil de aplicar, claro siempre que tengas cómplices que la entiendan, pues me la quedo ale!
ResponderEliminar¡Te la dejo! Tal vez tú puedas conseguirle una vida mejor; yo no he sabido dársela.
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