A
tu niño le duele la tripa, ¿verdad o cuento?
La
madre de todas las preguntas.
Los
niños son unos grandes actores y, cuando no quieren hacer algo, el dolor de
barriga es un recurso la mar de socorrido. Resulta extremadamente difícil de
contrastar y ellos lo saben. Basta con que pongan su mejor cara de pena y te
señalen la zona abdominal en general (1/4 de su cuerpo) para sembrar la duda.
Tú
tratarás de averiguar la verdad, porque tienes la sensación de que hay gato
encerrado. Todo transcurría con normalidad hasta que se ha propuesto ese cambio
de actividad tan polémico…
Te
transformas en médico.
Toqueteas
la zona, a ver si algún punto les molesta más que otro. Pones el termómetro
pero no hay fiebre. Ofreces una galleta a ver si caen pero son tipos listos y pueden
dejar pasar un huevo kinder si así consiguen su maléfico objetivo.
Pasas
a detective.
Comienza
el interrogatorio. Lámpara en la cara y ¿dónde te duele exactamente?, ¿tienes
ganas de vomitar?, ¿desde cuándo te molesta?... Palos de ciego porque ninguna
respuesta te dará información relevante. Se trata de conseguir
que se vengan abajo y confiesen.
Cambio
de estrategia, un poco de miedo al doctor.
“Pues voy a llamar al médico, a lo mejor hay
que poner una inyección para que se te pase el dolor de tripa.” Pero los
niños han ido un montón de veces al pediatra y te aguantan el órdago; cuando
están malitos, no suele tocar pinchazo -es más bien al contrario-.
Y
nos queda un último cartucho, el chantaje emocional y la moralina barata.
“Es importante decir la verdad cuando te
encuentras mal porque mamá se preocupa. Te voy a contar un cuento, ¿conoces al
pastor mentiroso?” Le cuentas toda la historia sobre la importancia de
decir la verdad, el sermón completo, y lanzas la estocada final:
-
Entonces, ¿te duele la tripa?
-
Sí.
Nada
ha dado resultado así que sigues según lo previsto, aunque no le quitas ojo,
buscando el gesto delator definitivo. Pero no llega y su historia sigue sin
sostenerse.
La
decisión está tomada: era una trola.
Y
a media mañana, recibes una llamada en la que te comunican que tu hijo está en
la enfermería del colegio con 38º de fiebre y te piden que, por favor, vayas a por
él.
Menuda
madre de mierda.
Una despiadada con el corazón de hielo.
¡Me flipa el tripolígrafo!
ResponderEliminarHabrá que patentar.
EliminarUna gran herramienta contra el absentismo preescolar.
Como lo del dolor de tripa viene de antiguo y tu Lola eras la mejor!!!!pero buena de verdad sobre todo a las noches, yo empecé con el efecto placebo , una cucharadita muy especial sólo para casos especiales como el tuyo :un poquito de agua , sal ,azucar y rayadura de aspirina infantileso si volvía a preguntar si te dolía como siempre era que si pués cucharada que te crió, funcionó siempre, asi que ya podeís inventaros vuestro propio coctel , ah! no demasiado bueno un poquito de sal.
ResponderEliminar¡Me encanta la sal! Claro, que esté malo es la clave para hacerlo pasar por medicina.
EliminarTomo nota para futuros, y más que probables, dolores de tripa.