- No me duele.
- Me gusta.
- Me vas a hacer daño.
- Me hace compañía.
- Es guay tener una astilla.
- No me molesta nada de nada.
- Es que la echaré de menos.
- Es una más de la familia.
- Con ella corro más rápido.
- Me va a dar pena si no la tengo.
- ¡Soy Astillaman!
- Tengo súperpoderes de astilla.
- Torbellino de astilla.
- Escudo de astilla.
- Remolino de astilla.
- Rayo destructor de astilla.
- Si me la quitas, perderé mis poderes.
- Me gusta ser ¡Astillaman!
Y
tres semanas después, mientras Mamaléfica
corría pinza en ristre dispuesta a acabar definitivamente con Astillaman, la astilla se cayó sola.
Nunca
la encontramos.
El
final de nuestro superhéroe no estuvo a la altura, demasiado sencillo para
tanto derroche imaginativo.
Muchas risas con tu mutante con superpoderes a la española...
ResponderEliminarSe ha currado tanto la historia que así ni se puede quitar la astilla ni nada.
EliminarTiene una imaginación desbordante para los Súper Héroes y que sepas que Astillamán sigue con nosotros siempre vigilante,no vés que yo soy la villana !!!
ResponderEliminarNo sabes qué ilusión le hizo ver la portada que había hecho, "¡Mamá, hay un cómic del superhéroe que me he inventado!"
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