Es
superior a mis fuerzas. Me está consumiendo, desgastando.
Voy
sumiéndome en una desesperación espesa y pegajosa.
Un
grito lúgubre se ahoga en mi garganta cada mañana.
La
rabia se alterna con un profundo abatimiento mientras el tiempo pasa y nada
cambia.
Los
ojos, doloridos, se esfuerzan por contener unas lágrimas que amenazan con
inundarlo todo.
La
tristeza gris sigue goteando, colándose por todos los
rincones hasta calar el alma.
Resignarse
parece una quimera, inalcanzable desde el húmedo y frío abismo del desaliento.
No
puedo aceptarlo, me resisto.
Me revuelvo mientras cojo el puto paraguas
otro día más.
Me enfado poniéndome la puta gabardina a finales de junio.
Me
indigno llegando a casa calada hasta los putos huesos.
Me desespero porque he calculado
mal y tengo frío.
Lloro
porque confié en ese puto rayo de sol que veía desde la ventana y me he vuelto
a mojar.
Y lo que más me desazona es la puta constancia de esta lluvia que no cesa.
¡A
ver si escampa ya, coño!
Pues yo cada vez soporto peor el calor y agradezco más el tiempo gris y fresco (que no frío).
ResponderEliminarNo entiendo cómo a la gente le encanta el calorazo y atorrarse, con lo bien que se está con temperaturas suaves y resolillo. Bueno, para gustos los colores.
¡Viva Mordor!
¡Es que no ni resol hemos tenido!
EliminarAunque parece que este fin de semana nos ha dado tregua. Si llego a saber el efecto tan inmediato de mis lamentos, escribo el post a mediados de mayo.
Oye, le estoy dando vueltas al asunto y creo que la ola de calor es a raíz de tu post. Por favor, revierte esta tendencia escribiendo otro post sobre el bochornaco que estamos teniendo. Murphy hará el resto.
ResponderEliminarTengo que pensar todavía si voy a utilizar mis recién descubiertos poderes para hacer el bien o el mal.
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