De
mayor quiero ser huevona. Me fascina la manera que tienen de encarar la vida,
como si nada fuese asunto suyo. ¡Y funciona!
Los
huevones viven en un estado de perpetua armonía emocional, todo les viene
importando un auténtico carajo. Su mente es una balsa de aceite –diría que,
directamente, es Jaén-; nada les perturba. Ellos son el máximo estado zen y no
necesitan yoga.
Relativizan
tanto las cosas que nunca tienen la importancia suficiente. Entre sus manos
puede encontrarse el devenir de la humanidad que ellos seguirán a lo suyo, "Perdona, ¿decías algo?".
Se
rigen por unas reglas que desafían cualquier lógica. Donde tú harías algo, él
no. Lo que tú preguntarías, a él ni le siembra la duda. Cuando tú comentarías,
él calla. Con estos tipos, mejor no dar nada por hecho, seguramente esté todo
pendiente…
Son
capaces de mantener la compostura ante cualquier situación. Mientras el resto
perdemos los papeles, ellos permanecen impertérritos. Un huevón no tiene nada
que perder.
Tras
su sempiterna mirada de ¿y a mí qué me
cuentas?, se esconde un estratega de altísimo nivel. Esquiva cada golpe y
nunca pierde pie. Consigue que el problema cambie de manos con razonamientos tan básicos
que resultan demoledores de pura simpleza.
- ¡No tenía ni idea!
- De eso se encarga fulanito.
- ¿A qué te refieres
exactamente?
- Es la primera noticia que
tengo.
- Me estoy enterando ahora
mismo.
- Esto no es cosa mía…
- ¿Me preguntas a mí?
Son
los auténticos reyes escurriendo el bulto. Pueden estar años haciendo como que
hacen hasta que alguien, décadas después, se percata del tongo. Y todo ha ocurrido
a plena luz del día y delante de tus narices, ¡con dos cojones!
Para
bien o para mal, ellos permanecen constantes, inmunes a todo en general.
Si
mi vida dependiera de uno, me decantaría por una situación extrema; su pachorra
les da el empaque suficiente para desactivar una bomba sin pestañear, pasando
de cables rojos y azules... Para un tema sencillo, estás muerto, nunca harán
esa llamada o enviarán a tiempo el mail del que depende tu existencia.
El
caso es que no se puede cambiar a un huevón, el sujeto no tiene ningún interés
en modificar su plácida existencia. ¡Se vive increíble en un pellejo impermeable!
Y encima a estos tíos el chaparrón les pilla siempre con un paraguas a mano.
Así
que yo también quiero.
¡Por una existencia más huevona!
ufff, he visto tanto para leer que ni lo he empezado.
ResponderEliminarMejor apaga el ordenador y vete para casa ya que es jueves y llevas toda la semana en la oficina.
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