24 julio 2014

Huevón.

De mayor quiero ser huevona. Me fascina la manera que tienen de encarar la vida, como si nada fuese asunto suyo. ¡Y funciona!



Los huevones viven en un estado de perpetua armonía emocional, todo les viene importando un auténtico carajo. Su mente es una balsa de aceite –diría que, directamente, es Jaén-; nada les perturba. Ellos son el máximo estado zen y no necesitan yoga.
Relativizan tanto las cosas que nunca tienen la importancia suficiente. Entre sus manos puede encontrarse el devenir de la humanidad que ellos seguirán a lo suyo, "Perdona, ¿decías algo?".

Se rigen por unas reglas que desafían cualquier lógica. Donde tú harías algo, él no. Lo que tú preguntarías, a él ni le siembra la duda. Cuando tú comentarías, él calla. Con estos tipos, mejor no dar nada por hecho, seguramente esté todo pendiente…
Son capaces de mantener la compostura ante cualquier situación. Mientras el resto perdemos los papeles, ellos permanecen impertérritos. Un huevón no tiene nada que perder.

Tras su sempiterna mirada de ¿y a mí qué me cuentas?, se esconde un estratega de altísimo nivel. Esquiva cada golpe y nunca pierde pie. Consigue que el problema cambie de manos con razonamientos tan básicos que resultan demoledores de pura simpleza.
- ¡No tenía ni idea!
- De eso se encarga fulanito.
- ¿A qué te refieres exactamente?
- Es la primera noticia que tengo.
- Me estoy enterando ahora mismo.
- Esto no es cosa mía…
- ¿Me preguntas a mí?
Son los auténticos reyes escurriendo el bulto. Pueden estar años haciendo como que hacen hasta que alguien, décadas después, se percata del tongo. Y todo ha ocurrido a plena luz del día y delante de tus narices, ¡con dos cojones!

Para bien o para mal, ellos permanecen constantes, inmunes a todo en general.
Si mi vida dependiera de uno, me decantaría por una situación extrema; su pachorra les da el empaque suficiente para desactivar una bomba sin pestañear, pasando de cables rojos y azules... Para un tema sencillo, estás muerto, nunca harán esa llamada o enviarán a tiempo el mail del que depende tu existencia.



El caso es que no se puede cambiar a un huevón, el sujeto no tiene ningún interés en modificar su plácida existencia. ¡Se vive increíble en un pellejo impermeable! Y encima a estos tíos el chaparrón les pilla siempre con un paraguas a mano.
Así que yo también quiero.
¡Por una existencia más huevona!

2 comentarios:

  1. ufff, he visto tanto para leer que ni lo he empezado.

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    1. Mejor apaga el ordenador y vete para casa ya que es jueves y llevas toda la semana en la oficina.

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