Algunas
cosas no favorecen. Nunca. A nadie. Jamás.
Podemos
haberlo intentado y, ahora que lo vemos con algo más de perspectiva, caemos en
la cuenta de que íbamos hechos unos auténticos mamarrachos. Otras veces, cuesta
verlo. Vivimos en el ojo del huracán, estamos inmersos en la tendencia y,
claro, nos dejamos llevar. Craso error, el tiempo coloca todo en su sitio y ya
nos daremos cuenta de cuán equivocados estábamos. Y para muestra, los 80.
Los
suicidios estéticos adoptan formas muy variadas. Sin embargo, el universo de
los complementos, los tejidos y peluquería y maquillaje son el terreno más
fructífero para las meteduras de pata. Esos pequeños toques personales con los
que coronamos nuestros looks pueden ser la estocada final.
Pasen
y vean.
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Las prendas vaqueras nevadas. Un escalofrío recorre mi espalda.
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El nail art. Sigo esperando ver unas
uñas curradísimas con dibujos geométricos, dragones, flores, brillantes y miles
de colores que sean elegantes y no la chachada habitual.
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Un sujetador con tirantes de silicona y un top palabra de honor, como si nadie
fuera a darse cuenta de tu “secreto”.
- Las riñoneras.
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Los petos para adultos en general y para tíos con particular espanto.
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Los Crocs. Ya pueden ser confortables porque se escapa a mis entendederas la
reinvención del zueco de enfermera y farmacéutico en goma y colores flúor.
Aunque visto el triunfo de los slippers
–zapatillas de casa de toda la vida-, propongo que la comodidad esté por encima
de todo. ¡Salgamos de casa en pijama! ¡Tomemos las calles en bata y albornoz!
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El pelo planchado –con aspecto frito- en zigzag. De vez en cuando, algún
peluquero engaña a su famosa clienta convenciéndola de que marcará tendencia o la amenaza de muerte (veo más factible la segunda opción).
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Las gorras en plan rapero americano con una visera enorme y súper recta que,
además, te puedes colocar ladeada.
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Esa misma gorra pero ahora sobran cuatro palmos sobre tu cabeza.
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Pantalón pirata para tío. Un look con aspiraciones alternativas, bohemias, underground
y despreocupadas. Pero, ¿alguien se ha topado alguna vez con unos pantalones
piratas en su armario sin saber cómo?
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Melena con capas muy cortas, tanto que la primera está por encima de las
orejas.
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Un buen par de botas blancas.
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El mullet. Llevar el pelo corto pero largo es una contradicción, un imposible
de espantoso resultado.
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Las gorras para mujer cruce entre bombacho y maquinista de tren.
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Las camisetas teñidas en plan hippy. No recuerdo haber visto a alguien favorecido.
Y yo confieso
collar-tatoo, pelo con capas horribles, camiseta teñida multicolor, vaqueros
nevados y todo lo que conllevan una infancia ochentera por la que mi madre
tendrá que rendir cuentas. Aunque no estoy libre de pecado, aquí ando, tirando
piedras…
Este post es tipo colección de vergüenzas... Si-le, si-le, no-le, espera,espera,espera, ah, si-le...
ResponderEliminar¡Demasiados sí-le, tía! ¡Qué vergüenza retroactiva!
EliminarDe pequeño fui propietario de unas chancletas de río de esas blancas amarillentas con hebilla metálica.
ResponderEliminarUn día en la playa me metí al agua con ellas, y una ola me arranco una para no devolvérmela jamás.
Aquel fue un gran día.
Efectivamente, te libraste de una larga temporada con cangrejeras.
EliminarUna prenda inolvidable y básica de nuestro oscuro fondo de armario infantil.